FOTO CEJIS |
05/07/2012 (Comisión de Comunicación de la Novena Marcha Indígena Originaria).-
La Marcha de las Berthas comenzó en Garita de Lima, a las 10. Bajó
hasta la calle Comercio y, una vez frente a la barricada policial, las
mujeres colaron en decenas de escudos donde se lee “Policía” la foto de
Bertha Bejarano, la presidenta de la Novena Marcha Indígena Originaria,
sonriente y bonachona. Muy diferente a la imagen que pretende dar de
ella el gobierno de Evo Morales, tratándola de gran criminal, como si lo
fuera por haber oficiado de Mula en Brasil. Delante de la movilización
femenina, que pedía de una vez el inicio del diálogo entre el Gobierno y
los indígenas sobre su plataforma de nueve demandas, iba María Galindo,
de la organización Mujeres Creando. La agencia de noticias oficialistas
ABI, fiel a su plan de desinformar, dijo que la entidad dirigida por
Galindo inició todo. Pero la verdad es que ella pedía a la gente rabiosa
“calma” y alejarse del lugar. Cuando varios marchistas, cansados,
desesperados y desilusionados, intentaron cruzar el cerco de policías
que está ahí desde la llegada de la Novena Marcha, para evitar su
entrada a la plaza Murillo. Entonces los uniformados reaccionaron “por
su cuenta”, como suele argumentar el Gobierno nacional para apañar la
represión a las familias indígenas defensoras del TIPNIS.
En la mañana de este viernes, se realizará un Cabildo Abierto en la plaza San Francisco, adonde la Novena Marcha convocó al pueblo paceño y boliviano para encontrar la manera de que el gobierno de Evo Morales se abra al diálogo. El primer punto del pliego de demandas es sobre la carretera que el Presidente pretende hacer construir por medio del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), para beneficio exclusivo de transnacionales, mayormente de capitales brasileños.
-¡Déjenlos pasar! ¡Déjenlos pasar!- coreaban al final de la movilización, frente a la Policía.
Los marchistas arrojaron naranjas y mandarinas, piedras, algunas
flechas que se detuvieron débilmente en los escudos, adornados con la
cara de Bertha Bejarano. Los policías respondieron con gases y más gases
que llegaron hasta la avenida Mariscal Santa Cruz. Y hasta allá se
escurrió el agua que no se cansaba de escupir el carro Neptuno, el cual
desde hacía una semana paraba amenazante en la plaza Murillo, como si
cuidara el patio del amo.
En las esquinas gasificadas se armaron fogatas para que el humo
detuviera el ardor en las vías respiratorias. Decenas de niñas y niños
fueron trasladados a hospitales, porque los gases no les permitían
respirar.
El hidrante disparó sus chorros de agua sobre los campings, en los
cuales todavía había niños y ancianos. Mojó colchones, ropa, comida,
todas las pertenencias de familias amazónicas en esta ciudad que les
resulta tan adversa. Con el sol de invierno de La Paz, imposible que se
sequen sus cosas hasta la llegada de la noche helada. Tampoco podrán
curarse de los resfríos que aquejan a las y los marchistas desde su
llegada a las alturas, semanas atrás.
Cuando el Neptuno destrozó la vigilia instalada en la calle
Ayacucho, apuntó a las banderas de las organizaciones indígenas, que
todavía mantenían en alto algunos hermanos. Con su chorro potente mojaba
la maraña de cables con electricidad que pendían sobre los marchistas.
Frente a la barricada de los uniformados había decenas de medios de
prensa -muchos terminaron con sus equipos electrónicos empapados- e
indígenas de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB) y
del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ), cuya
rabia contra las acciones del gobierno de Evo Morales no se calmaba con
agua ni con gases lacrimógenos.
-Tu gas no me hace nada- desafiaba un indígena al bollo de policías.
Como respuesta a los gases y a los golpes del agua, los marchistas
reanudaban la música de la tamborita, la melodía de la flauta atravesaba
los gases y se imponía entre las paredes de la ciudad sombría. Algunos
se reunían a respirar alrededor de las fogatas mojadas que todavía
humeaban.
Desde que la marcha llegó a La Paz, hace una semana, solamente
recibe descalificaciones, agravios e insultos de parte del gobierno de
Morales. Los indígenas no se resignan a abandonar la lucha y terminan
cediendo a la violencia que promueve el presidente del Estado
Plurinacional.
Para Fernando Vargas Mosúa, presidente de la Subcentral TIPNIS, la
represión policial se debió a “la falta de capacidad del ministro (de
Gobierno, Carlos) Romero y del ministro (de la Presidencia, Juan Ramón)
Quintana para resolver los problemas del país. Y también la incapacidad
del presidente, don Juan Evo Morales Ayma, que ayer estuvo en la
comunidad del TIPNIS San Antonio de Imose, comprando conciencias,
maltratando la dignidad de los pueblos indígenas, de los pueblos del
Isiboro Sécure y del pueblo boliviano, vulnerando la Constitución, yendo
a regalar motores ¿Por qué no lo hizo antes? ¿Por qué ahora se cree el
Papá Noel? Todavía no es Navidad”, dijo gasificado, junto a la valla de
los policías.
“Este Gobierno nos manda a los policías para sacarnos la mierda. Si
ellos quieren, ahorita nos liquidan, si es que lo ordena Carlos Romero,
ese Carlos Romero que fue el asesor de los indígenas, que fue el
profesor de los indígenas ¡Ese fue mi profesor! ¡Me enseñó a respetar
mis derechos, los derechos de todos ustedes, de todo el pueblo
boliviano! Pero ahí está, ahí lo ven: un traidor, un criminal que
intenta criminalizar la defensa de los derechos de los pueblos. Pero no
nos vamos a rendir. Aquí estamos y aquí estaremos ¡hasta que nuestro
derecho se respete, carajo!”, dijo Vargas y los marchistas le
respondieron con gritos de “Que viva el TIPNIS”.
Todos allí, periodistas, indígenas, pueblo boliviano que apoya a la
Novena Marcha, pueblo boliviano que pasaba nomás, todos lagrimeaban y
moqueaban, ardía la piel, se curaban con el humo de cigarros. Y
nuevamente la tamborita se imponía entre insultos, llantos, entre
charcos de agua y naranjas caídas –hasta un nabo- que habían cumplido la
misión de agredir a los uniformados, quienes mantenían cerrada la
entrada a la plaza Murillo por Ayacucho y Potosí.
“El tema central no es la plaza Murillo: el tema central es el
diálogo, es resolver los nueve puntos de nuestra plataforma, es el
respeto a la Constitución, el respeto a los derechos humanos de este
pueblo boliviano”, dijo Vargas.
El gobierno de Morales dice que firmó un acuerdo con 46
“corregidores” del TIPNIS (sobre un total de 63) para viabilizar allí
una “consulta” sobre la construcción de la carretera Villa Tunari-San
Ignacio de Moxos. Lo que no dice el Gobierno es que estos “corregidores”
fueron inventados por el ministro Quintana, en alguna de sus
recurrentes incursiones en este territorio para dividir a las
organizaciones indígenas, las mismas que llevaron a Evo Morales al
poder. Según cálculos de la Novena Marcha, apenas 18 de los presentes en
esa trasnochada reunión gubernamental eran real y legalmente
corregidores. “Desde que llegamos a La Paz, la única respuesta que no da
el Gobierno pasa por crear nuevos dirigentes. Pero no nos da respuesta a
la columna de la marcha”, dijo Vargas, del pueblo Mojeño.
(Comisión de Comunicación de la Novena Marcha Indígena Originaria)
vigilia- no nos vamos a rendir.pd |
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